Invertir es el sueño de muchas personas; sin embargo, ante la falta de conocimientos, herramientas e incluso limitaciones internas como el miedo, las personas no se atreven a dar ese paso. Actualmente, en el país se estima que por cada 10 mil personas de la Población Económicamente Activa (PEA), únicamente 35 invierten de manera directa en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), según cifras de la misma institución.
Contrario a la creencia popular, los mexicanos sí ahorran, se trata de un hábito que se incrementó a partir de la pandemia. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 68.4% de la población tiene el hábito de ahorrar; no obstante, pocos lo hacen a través de instrumentos financieros formales.
De acuerdo con el especialista de DIAM, para invertir no se requieren grandes sumas de dinero para convertirse en inversionista; sin embargo, previo a tomar esta decisión es necesario conocer los siguientes conceptos básicos a fin de encontrar un equilibrio entre seguridad y rendimiento:
- Sector
En el contexto de inversión, el sector se refiere a una categoría específica que agrupa empresas que operan en una misma industria o tienen actividades comerciales similares. Lo anterior es una forma de clasificar y categorizar a las compañías en función de su área de negocio.
La inversión en uno o diferentes sectores puede brindar a las personas la oportunidad de diversificar su cartera. Algunos ejemplos comunes de sectores son el tecnológico, financiero, salud, energético, comunicaciones, bienes raíces, entre otros.
- Rentabilidad
Este concepto se refiere a la ganancia o pérdida que un inversor obtiene de su inversión. Este balance se genera con un resultado que se expresa en forma de porcentaje con relación al monto invertido inicialmente. Este indicador es clave para evaluar qué tan exitosa ha sido una estrategia financiera.
Es importante precisar que para determinar el éxito de la rentabilidad deben tomarse en cuenta otros factores como la volatilidad, la liquidez y la correlación con otras inversiones a fin de tomar decisiones más equilibradas en la gestión de la cartera.
- Plazo
Es el plazo en el que se realiza una inversión y que influye de manera directa en la rentabilidad y resultados finales. A corto plazo las inversiones pueden obtener beneficios rápidos; por el contrario, en un periodo de tiempo extenso el objetivo se centra en obtener ingresos estables.
“Un inversor que conoce y comprende cómo el plazo afecta sus inversiones puede tomar decisiones más informadas, aprovechar el potencial de crecimiento a largo plazo y planificar una inversión acorde a sus necesidades”, asegura el CEO de DIAM.
- Vehículo
Es una forma o estructura a través de la cual un inversionista puede canalizar su capital hacia un sector. Los vehículos permiten a los inversionistas acceder y participar en diversas oportunidades de crecimiento. Algunos ejemplos más comunes de vehículos son los fondos de inversión, sociedades de inversión, fideicomisos, entre otros.
- Flujo
Es la cantidad de efectivo que ingresa o sale de una inversión. Los flujos pueden provenir de diversas fuentes y afectan de manera directa en la rentabilidad y el valor de una inversión. A través de un análisis de flujo se puede evaluar la salud financiera de una inversión y determinar su rentabilidad. Cuando los ingresos superan los gastos es un signo favorable de que la inversión está generando ganancias; por el contrario, un flujo negativo sugiere que los gastos superan los ingresos.
“Pasar de ahorrador a inversionista es un paso imprescindible hacia la construcción de un futuro financiero sólido, porque mientras que el ahorrador acumula dinero de manera cautelosa, el inversionista toma el control de sus recursos, permitiendo que el dinero trabaje para él. Es un cambio que no sólo implica estrategia, sino conocimientos financieros a fin de tomar decisiones informadas”, indica Alberto Martínez, CEO de DIAM, desarrolladora inmobiliaria que busca entregar a las personas el poder de construir su futuro, una inversión a la vez.