Uno de los medios principales motivos para conservar la salud es la alimentación. Es un proceso voluntario en el que elegimos qué alimentos y nutrientes formarán parte de nuestra dieta.
De acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición (FEN), una alimentación saludable debe ser equilibrada, variada y moderada, pero además debería ser segura, sostenible, y social.
El equilibrio se obtiene cuando el balance entre la energía ingerida y la energía consumida es el mismo. La moderación se debe centrar en comer de todo sin abusar, ni en las cantidades ni de un alimento en particular. Y la variedad consiste en consumir alimentos de cada grupo y, dentro de cada grupo, elegir distintos alimentos que forman parte de él.
Sin embargo, hay algunas opciones que excluye algunos alimentos. Es el caso de los vegetarianos y los veganos. Se trata de un estilo de vida basado en el consumo de productos de origen vegetal que excluye, en mayor o menor medida, alimentos de origen animal. Las razones más frecuentes para decantarse por esta opción: consideraciones de salud, preocupación por el medio ambiente y factores relativos al bienestar animal.
RIESGOS DE FRACTURAS DE HUESOS
La ausencia de alimentos de origen animal ha llamado la atención de la comunidad científica. Estudios epidemiológicos anteriores han demostrado que los vegetarianos tenían una densidad mineral ósea (DMO) más baja que los no vegetarianos, pero las asociaciones de las dietas vegetarianas con los riesgos de fractura no están claras.
Ahora, un nuevo estudio prospectivo EPIC-Oxford asegura que evidencia diferencias en los riesgos de fractura de huesos entre vegetarianos, veganos y no vegetarianos.
En conclusión, las personas que no comían carne, especialmente los veganos, tenían un mayor riesgo de fracturas totales o específicas del sitio, particularmente fracturas de cadera.
