El comercio electrónico y los servicios financieros digitales han tenido un crecimiento acelerado durante la pandemia. De acuerdo con cifras de la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el ecommerce en México alcanzó la cifra de 316 mil millones de pesos en 2020, lo que significa un crecimiento de 81% con respecto a 2019.
En este contexto, las amenazas de fraude también han crecido en el ecosistema digital. Existen diversos tipos de fraudes electrónicos, entre los que se encuentran prácticas como el phishing, infección con Malware y Ransomware o filtración de datos de tarjetas de débito o crédito por parte de comercios y bancos con malas prácticas de protección. En este apartado también pueden entrar los contracargos.
Un contracargo consiste en la reclamación de un cliente a una entidad financiera para buscar el reembolso por una transacción que no reconoce o que no autorizó. El usuario también puede solicitar que le regresen su dinero cuando el artículo o servicio que recibió fue distinto al solicitado o no lo recibió en la condiciones deseadas, por ejemplo, cuando un artículo llega dañado. Sin embargo, hay usuarios fraudulentos que aprovechan el contracargo para solicitar un reembolso a pesar de recibir el producto en buen estado.
“En un mundo ideal no existirían contracargos. Esta práctica puede tener un fuerte impacto en los ingresos de una empresa, pues aunque el contracargo se solicita a la institución financiera, es el comercio el que termina asumiendo el costo. Por esta razón es importante que los comercios busquen herramientas que les permitan prever y detectar estas situaciones. La inversión en plataformas para hacerle frente a esta amenaza resulta menos costosa que los fraudes en sí mismos”, señala José Andrés Chávez, CEO y cofundador de Bayonet, plataforma de prevención de fraudes y optimización de pagos electrónicos.
Contracargos, amenaza para el ecosistema digital
Los contracargos son la forma en que las entidades financieras protegen a sus usuarios cuando estos no reconocen una transacción. Los bancos apoyan a los clientes cuando reportan supuestos cargos realizados sin su consentimiento. No obstante, el crecimiento del ecosistema digital ha traído consigo un aumento de usuarios fraudulentos que utilizan este modelo para cometer fraudes.
Los contracargos representan una fuerte amenaza en términos monetarios para el comercio electrónico, ya que los negocios pierden mercancía y además tienen que devolver el dinero de la compra.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), hasta el segundo trimestre de 2021, se registraron 2 millones 11 mil 728 contracargos en compras autorizadas, por un valor total de mil 549 millones de pesos.
Por ello, las empresas deben de contar con modelos de detección de fraude que busquen coincidencias y anomalías de los usuarios. Para poder identificar usuarios sospechosos se consideran algunos elementos como las características como tipo de compra, forma de pago, dirección IP, mail, compras anteriores, dispositivo desde el que se realiza la compra, etc.
La necesidad de una red colectiva
El ecosistema digital comparte las mismas necesidades y los mismos desafíos. El fraude es un riesgo que tienen todos los comercios electrónicos. Por esta razón, es importante que las empresas se unan y generen una red colectiva para hacer análisis y protegerse de manera conjunta, en lugar de manera individual. De esta forma, la data obtenida permite desarrollar algoritmos más precisos y eficaces.
Una red colaborativa permite diferenciar a los usuarios fraudulentos, además de mejorar las tasas de aprobación de los comercios electrónicos.